La dermatitis atópica, también conocida como eccema, es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel que causa picazón intensa, enrojecimiento y sequedad. Esta condición es común en niños, aunque también puede afectar a adultos. La dermatitis atópica tiende a ser cíclica, con periodos de exacerbación y remisión, y puede estar asociada con otras condiciones alérgicas como el asma y la rinitis alérgica.
La causa exacta de la dermatitis atópica no se conoce completamente, pero se cree que resulta de una combinación de factores genéticos, inmunológicos y ambientales. Las personas con antecedentes familiares de alergias tienen un mayor riesgo de desarrollar esta condición. Otros factores que pueden contribuir incluyen la piel seca, el contacto con irritantes (como jabones y detergentes), el estrés, los cambios de temperatura y la exposición a alérgenos ambientales como el polen o los ácaros del polvo.
Los síntomas de la dermatitis atópica varían según la severidad y la edad del paciente. En general, incluyen:
El diagnóstico de la dermatitis atópica se basa principalmente en la evaluación clínica realizada por un médico, considerando la historia médica y los síntomas del paciente. No existe una prueba específica para confirmar la dermatitis atópica, pero los médicos pueden realizar pruebas cutáneas para identificar posibles alérgenos y descartar otras condiciones cutáneas. En algunos casos, se puede requerir una biopsia de piel para confirmar el diagnóstico. El tratamiento temprano y el manejo adecuado de los síntomas son fundamentales para mejorar la calidad de vida de los pacientes con dermatitis atópica.
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